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Parque Natural Urbasa, Julio 2015 (Sergi y Yolanda)
Estancia de cinco días en una casa rural
en Ollobarren, pequeño pueblo
de Navarra próximo a Estella. Es una base excelente desde donde visitar
los alrededores, lugares poco conocidos pero de una gran riqueza
natural.
CUEVA DE SAN PRUDENCIO
Encontrar el camino a esta cueva no es sencillo. A nosotros nos
acompañaron muy amablemente unas chicas de Ollobarren. Sinceramente,
sin su ayuda, dudamos que la hubiésemos llegado a encontrar.
Se sube por la Calle Mayor de Ollobarren y se pasa la poza y la
iglesia. Desde allí sale una pista que va hacia las montañas de
enfrente. Al llegar a la bifurcación, se toma el camino de la derecha,
que va a Ganuza rodeando el pie de las montañas (el de la izquierda va
a Ollogoyen). Este paseo es llano y bastante corto, en total unos 10-15
minutos.
Al llegar a Ganuza, casi a la entrada del pueblo, se empiezan a ver las
primeras marcas amarillas y blancas (indicando un sendero de corto
recorrido). Se sale del pueblo por el camino hacia las rocas de
enfrente, la Sierra de Lokiz. La primera parte transcurre por una pista
ancha de tierra. Se pasa un campo de fútbol y, poco después, el camino
se estrecha y empieza a pasar entre frondosa vegetación. Se llega a la
Piedra de Santiago, un corte perfecto entre dos rocas que conduce a un
mirador sobre el valle desde el que se ven los distintos pueblos de la
zona.
El camino continúa entre la vegetación hasta que, cerca de toparte con
la montaña, en medio de una curva, sale un estrechísimo sendero a la
derecha. En este momento nos desviamos de las marcas blancas y
amarillas. Si siguiésemos la ruta de pequeño recorrido, llegaríamos a
la ermita de Santiago.
Se llega a la pared y se va rodeando en sentido antihorario. Por el
camino se pueden ver muchos buitres sobre nuestras cabezas. En un
momento, la pared gira la izquierda y hace un recodo en el camino.
Allí, hay una pequeña subida hasta la pared y se debe ascender por una
grieta hasta la entrada de la cueva. La ascensión puede parecer difícil
pero, si se sube con pies y manos, no lo es.
A la cueva se entra agachado pero enseguida se llega a una sala más
amplia. Hay varios huecos que parecen caminos y debemos tomar el
segundo a la izquierda. Allí, el techo baja mucho y es necesario ir en
cuclillas o agachado. Al final del túnel, se abre una ventana al valle
desde una altura de vértigo. Hay que acercarse al borde con cuidado
pero la recompensa vale la pena.
NACEDERO DEL UREDERRA
En el pueblo de Baquedano hay que dejar el coche en el parking. Allí
empieza el camino, perfectamente señalizado durante todo el recorrido.
La primera parte transcurre por dentro del pueblo, pasando por el
lavadero, el frontón y la iglesia, sorprendentemente grande. Se llega a
una amplia pista con subidas y bajadas y sin nada de sombra. La mejor
parte es cuando se llega a una zona boscosa desde la que, siguiendo el
camino, se pasa junto a numerosas pozas, lagos y saltos de agua de
distintos tamaños. Es asombroso el color azul turquesa que toman las
aguas.
El sistema que tienen montado limita bastante la visita ya que no
puedes salirte del camino, acercarte a muchas pozas ni, por supuesto,
bañarte. Al final del trayecto se llega a un gran salto de agua con un
pequeño laguito al que se puede acceder saltando por las piedras.
Como los miradores están fuera del camino, aunque justo al lado, la
bajada es más rápida que la subida, ya que no hay que desviarse.
ESTELLA
Qué ver y qué hacer
Se deja el coche en Larraona, justo antes
de un amenazante cartel de
que, si sigues circulando, deberás enfrentarte a sanciones de entre 60
y 600 euros. Se sube por una pista de cemento que más tarde se vuelve
de tierra. Se pasa por la fuente de las Argambellas antes de llegar a
la ermita de San Benito, tras cruzar un paso canadiense. Desde el
inicio hasta la ermita se tarda una media hora aproximadamente. No se
puede entrar en la ermita pero desde una ventana se puede ver el
interior, donde destaca una imagen del santo. Fuera hay un inusual
altar de piedra que parece un dolmen.
Se sigue recto por la pista hasta un cruce de caminos. No hay que dejar
la pista, que gira a la derecha. Poco después se pasa por un refugio y
el camino sigue entre bosques a ambos lados de la pista. A unos 2 km
del cruce se llega a una portalonga. Sin cruzarla, hay que tomar el
camino de tierra a la derecha. A unos 200 metros, hay un cruce, que
cuesta de ver, y debemos desviarnos a la derecha. Pocos metros después
hay una bajada en el terreno y, en una dolina, se ve un agujero en el
suelo debajo de una gran haya. Esa es la entrada a la cueva. Hay que
entrar con buenas linternas porque en el interior la oscuridad es
total.
Aunque la entrada es por unas escarpadas escaleras, no hay que dejarse
intimidar ya que es más facil de lo que parece. Se llega a una amplia
cámara, a la izquierda de la cual se puede bajar a ver un pequeño río
subterráneo que lo surca. Se puede cruzar el riachuelo y acceder a una
pequeña estancia que hay detrás.
En la cámara de la entrada, aparecen unas escaleras que suben a una
puerta metálica. Desde allí, hay que seguir con pies y manos y muy
agachados porque el techo es muy bajo y el terreno muy malo. Hay que
bajar recto y se llega detrás de unas rocas a las que nos podemos
asomar y ver el increíble lago subterráneo. Aunque parece difícil si no
conoces el camino, se puede cruzar esas rocas por el lado izquierdo y
así llegar a los pies del lago.
Aunque el suelo está lleno de charcos, en esta sala podemos estar
admirando tranquilamente el lago y las curiosas formaciones rocosas:
estalactitas, columnas, coladas y curiosas "esculturas" en el lago.
Desde la parte final de la estancia, se puede acceder por un pasillo,
en el que hay que ir agachado, a una ventanita al lago. También allí se
pueden apreciar curiosas formaciones en las paredes. La salida,
conociendo el camino, es mucho más rápida y sencilla que el camino de
ida.
En los alrededores de la ermita de San Benito se puede visitar el
Bosque Embrujado y el Bosque de las Esculturas. El primero es un
frondoso bosque, con el suelo lleno de hojas, en el que el musgo parece
trepar por losárboles y las piedras. En el segundo, curiosas
formaciones rocosas se dan cita, tomando formas que parecen escapar a
la razón.